Goyo Jiménez: "lo que nos une a todos en esta Península es la incapacidad para estar solos y buscar el defecto en el otro"


Texto: Carlos Molina.

El cómico Goyo Jiménez visita el Teatro Campos Eliseos de Bilbao para poner punto y final a su espectáculo "Al fin solo", que representará en la capital vizcaína entre el 18 y el 27 de agosto. Una ciudad en la que, de hecho, dió el pistoletazo de salida a este exitoso show del que hablamos largo y tendido con él.

Pones fin a un espectáculo bastante rodado. ¿Hasta qué punto para un monologuista es positivo tener su show muy rodado a la hora de tenerlo todo bien centrado pero negativo por aletargar la propuesta? ¿Tienes a introducir cosas nuevas entre ciudad y ciudad para darle, y darte, la máxima frescura sin perder la base del mismo?

Pues te lo has contestado solo... (Risas). El espectáculo se estrenó en Bilbao y queríamos retirarlo en Bilbao porque además, cuando lo estrenamos, tampoco estaba yo en un momento álgido de fama, y creo que hicimos únicamente tres funciones. De entonces a ahora el espectáculo ha cambiado mucho, porque si no el primero que se aburriría sería yo. Intento de función a función incorporar cosas y retirar otras que se hayan podido quedar viejas, o que ya no funcionan como antes.

Pero como decías, el espectáculo tiene una estructura en la que hablo de lo eterno. Cuando lo realicé mi idea fue la de hablar a mi manera de las diferencias entre los hombres y las mujeres. Empecé con eso pero al final terminó por ser un algo muy abierto sobre la soledad, lo que hace uno solo, y por qué tendemos a vivir solos o en parejas, grupos o sociedad, y con ese esquema pude ir metiendo un montón de cosas.

Además sucede que a largo de estos años he ido generando nuevos espectáculos, por lo que éste monólogo no es habitual, y acercarme a él me resulta como revisitar un clásico, como cuando me pongo a hablar de americanos, así que tenía muchas ganas de hacerlo de nuevo y cuando se nos planteó la posibilidad de volver a Bilbao decidí que quería hacerlo, primero porque era la ciudad en la que lo había estrenado, y segundo porque me apetecía mucho recuperar ese texto.

Además vienes en unas fechas muy especiales, en plena Aste Nagusia...

Me encanta que, siendo unas fiestas tan jóvenes, cuenten ya con tantas tradiciones como las del teatro. Y en mi caso, yo siempre estreno en Bilbao, o cierro como en este caso, es como un ciclo vital que se ha instalado en la compañía. Hablo en plural porque aunque el que actúa soy yo, hay ocho personas detrás de esto. Para nosotros es muy chulo tener una fecha tipo en la que vamos, conocemos el teatro, estrenamos... nos hemos hecho de la casa.

Mira, yo paseo por el Botxo y la gente me saluda como si fuera un vecino más, y eso es una cosa muy bonita. De hecho, cuando voy a la ciudad en otras fechas aparte de Aste Nagusia la gente me dice sorprendida: ¡Pero cómo, que estás aquí por estas fechas!, y yo les contesto: no, no, tranquilos, que estoy por otras cosas. Ah, vale, vale... (risas).

Me han pasado cosas que parecen bilbaínadas, pero no lo son, como el ir paseando por la Semana Grande, pararse un coche y salir un tío a saludarme y bloquear el tráfico, la gente pitándole y él, hasta no darme un abrazo y sacarse una foto conmigo, no subirse de nuevo a su vehículo (risas). Son situaciones que hacen que vayas a Bilbao con un estado de ánimo diferente.

Y eso que también hablamos de un público exigente, que no se conforma con cualquier cosa. Por eso decidí hace años ir a Bilbao, porque me dije que si funcionaba ahí una obra, funcionaría en cualquier otro sitio. La gente tiene mucho conocimiento y cultura teatral.

Además, no estás tú solo, hay muchas otras obras en cartel por esas fechas y mucho humor, así que tienes que presentar un atractivo muy fuerte para atraer al público. Es un test de resistencia como el que hacen los bancos, y qué mejor que realizarlo en Bilbao.

Antes has resumido muy bien lo que esta obra para ti, algo así como ese libro o película a rescatar de tanto en tanto para volver a sentir su magia, pero ¿consideras este trabajo como el más especial?

Bueno, te cuento: se llama "Al fin Solo" porque fue la primera vez que me lancé a un espectáculo por mi cuenta, como producción y en teatro, fuera de El Club de la Comedia o Cincohombres.com, antes incluso de los americanos. Tuvo esa especie de desafío añadido, pero es que además acababa de salir de una relación de pareja, y se me ocurrió que podía ser una buena idea para encontrar una nueva pareja. Me dije, por qué no hago un espectáculo que sea una broma acerca de esto, en plan pesca de arrastre. En vez de ir pieza por pieza aprovecho que hay 600 personas y hacemos esa pesca de arrastre (risas). Y sobre esa broma levanté este espectáculo.

Evidentemente, el estado de ánimo que tenía antes era diferente, con menos años y más ganas de fiesta, ahora con el paso de los años y la crisis está uno menos propenso a la festividad, y más propenso a utilizar el humor como pomada con la que tenemos encima, pero esta obra es muy especial porque invita a decir: oye, ¿y si nos ponemos a reír un poco de nosotros y de lo idiotas que somos? en lugar calentarnos tanto la cabeza acerca de cómo va el país o con los políticos.

Lo cual no está mal en un país propenso a criticar lo que hacen los demás, pero que dedica poco tiempo a ver qué es lo que está haciendo mal uno mismo...

Sí, macho, es así. Mira, recuerdo que de niño mi abuelo me dijo: al final nos morimos solos. Y es verdad, en algún momento te vas a tener que encontrar a ti mismo. Sin querer ponerme demasiado profundo, porque tampoco es la idea del espectáculo, tengo la sensación de que todo el agobio que tiene el ser humano por cómo vive es porque no está a gusto solo. Considero que las personas más felices son las que aprenden a estar bien solas y luego a estar en una convivencia, y también creo que lo que nos une a todos en esta Península es la incapacidad para estar solos y buscar el defecto en el otro y no practicar eso de antes de tirar la primera piedra, mirar en nuestro interior a ver si estamos libres de pecado.

Miras las redes sociales, por ejemplo, y la gente poner verde a los otros, y yo echo de menos esa capacidad para reconocer que hoy, por ejemplo, has hecho el tonto otra vez, y ese es el intento del espectáculo, el señalar: "venga, va, si me han dejado, se han separado de mí o estoy solo es por mi culpa, y voy a hacer análisis de conciencia de todas las torpezas que he cometido".

Suena muy profundo pero es más sencillo de lo que parece y nos sucede a todos. La cantidad de veces que discutimos o nos cabreamos con nuestra pareja por tensiones, por ansiedades, es porque estamos volcando nuestras porquerías en el otro.

Después de este espectáculo podrías postularte como psicólogo grupal, porque de hecho tratas mucho el tema de la pareja... (risas).

Te digo que a mí me ha ayudado bastante, porque me puse en el hecho de suponer que era yo primero el tonto o el que hacía las cosas mal, y eso te cambia la óptica. En el fondo, y no quiero ir de Don Perfecto, si tuviéramos esa capacidad de darnos cuenta de la cantidad de responsabilidad nuestra que hay cuando generamos un mal rollo, los demás nos verían más justos y equilibrados y andaríamos de otra manera. Soy una persona muy pasional, pero considero que hay que pensar las cosas mucho antes de hacerlas, estamos en una sociedad con muchas prisas y agobios, y cuando tanta gente te pide cosas a ti a veces tienes la sensación de que eres el único que está sufriendo, o lo pasa mal, y basta con pegarse un rulo por cualquier país del tercer mundo para ver lo que realmente es pasarlo mal.

Ahora que parece que volvemos otra vez a levantar fronteras y muros adquirimos los mismos hábitos que antes, pensar que la culpa es de los otros y no creo que sea así. Y eso se puede aplicar desde las primeras uniones que hace uno, que es con su pareja, que está contigo porque quiere, no tiene ninguna obligación. Es más, cuando comienzan a entrar los intereses de por medio es cuando se joden las parejas, con las hipotecas, los créditos, los hijos, las responsabilidades...

Mi madre, que es una filosofa manchega tremebunda, cuando le presenté a mi mujer le dijo: ¿vais a tener hijos? Y ella contestó: pues no lo sé, y mi madre comentó: pues mira, no tengáis, que yo hasta que tuve hijos fui muy feliz, y eso delante de mí (risas). Hay que entender la ironía, yo sé que mi madre me quiere mucho, pero es verdad que cuando se cae el sueño, el romanticismo y la aventura y empiezan las responsabilidades, parece que estás con el otro por obligación, y no porque quieras, y no debería ser así.

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